EL CONCIERTO

El concierto

Les contaré una historia que marcó mi vida. Era una noche sin igual, me preparaba con mi banda “Las 4 Direcciones”, para el mejor concierto de nuestras vidas. Los cuatro miembros de la banda: Stuart, Maikel, Josué y yo, Marcos, celebrábamos detrás del telón; mientras afuera se escuchaba a los fans gritando llenos de adrenalina. El mánager de la banda, parecía angustiado, pues yo lo veía caminando sin descanso de un lugar a otro y no sabía el motivo.

Faltaban cinco minutos para empezar el concierto y ya nos acercábamos al escenario, estábamos sumamente nerviosos y al mismo tiempo llenos de alegría. Cada uno tomó su lugar, Stuart vocalista y miembro principal de la banda nos dijo:

–       Esta noche me siento genial, le daré un espectáculo como ningún otro a toda la gente presente. ¡Son quince años de trayectoria musical y debemos celebrarlo en grande!

Afuera, la gente gritaba, se empujaba y no sé cómo, pero entre tanto ruido, alcancé a oír que alguien le exclamó a otra persona:

–       Los últimos conciertos han sido terribles, según las promociones, el de hoy sería genial pero aún no hay luces de que esto vaya a ser tal como prometieron. ¡Bah! ¡Estoy decepcionado!

Cuando escuché esas palabras sentí muchas dudas, mi pulso temblaba. ¿Cómo iban a decir que estaban decepcionados de nosotros si aún no empezábamos a tocar? Para llenarme aún de más confusión, el mánager de la banda no cesaba en su caminar nervioso. ¡Y quién sabe que estaría pensando en ese instante! Sin embargo, respiré hondo y seguí adelante.

Llegó el momento, subió el telón y se escuchaba el retumbar de la batería, unos acordes de guitarra iban apareciendo de manera pausada, el bajo hacía vibrar la tarima y en la voz de Stuart se empezaban a escuchar las primeras líneas de la canción “Sin Destino”.

Hasta ese momento todo era estupendo, el sonido se escuchaba con claridad y Stuart no desentonaba ni una nota, todos nos sentíamos perfectamente coordinados. Llegaba el momento más enérgico de la canción y la emoción de la gente ya era evidente, no había dudas que lo estaban disfrutando.

Terminó la primera canción y enseguida hubo una explosión de fuegos artificiales, según lo que habíamos planificado como parte del show. La gente gritó emocionada y empezaron a brincar al compás de la segunda canción que ya estaba sonando. Entre las filas de la multitud se oían  comentarios de lo que habían presenciado hasta el momento. Tiempo después, uno de nuestros amigos y guardias de seguridad que estaba cerca de los fans me comentó algunas de las cosas que escuchó ese día:

-¡Uf, si así suenan empezando la noche, el concierto en verdad promete! Yo llevo 10 años escuchándolos y nunca habían sonado tan bien en vivo como ahora.

-Cuánta razón, aunque yo no llevo tanto tiempo escuchándolos como tú, pero en verdad, este espectáculo de luces, junto a la música, es una experiencia que alucina.

Así fue transcurriendo la hora y media de concierto, canción tras canción todos los presentes se movían y coreaban las canciones junto a nosotros. Sin embargo, podía notar aún la inquietud  del mánager, no dejaba de lucir ansioso y ya me empezaba a sentir tenso yo también. Detrás del escenario, no dejaba de molestar a los técnicos de sonido y seguridad preguntando si todo se encontraba en orden.

Durante una pausa de diez minutos, nos retiramos al camerino para hidratarnos y cambiarnos de vestuario, mientras los fans afuera seguían gritando y pidiendo más canciones. Stuart y Maikel intercambiaban opiniones de lo que había sido el concierto hasta el momento.

–       Stuart: ¡Hey Maik! Tremendo espectáculo el que estamos dando esta noche ¿Cierto? Yo siento que lo estamos haciendo muy bien, lo puedo sentir en la alegría de la gente.

–       Maikel: Tienes toda la razón, hoy todos estamos llenos de energía y haciendo una ejecución perfecta. Ni en sueños me lo hubiese imaginado.

Algo apartado, pero lo suficiente cerca como para oírnos, nuestro mánager escuchaba atento lo que comentábamos y se nos acercó diciendo:

–       Los felicito muchachos, han hecho un trabajo impecable esta noche, ni yo mismo me lo puedo creer. Debo confesar que estaba muy angustiado al principio y creía que algo saldría mal, como casi siempre nos ocurre. Pero el ambiente y la ejecución magnífica de ustedes en los instrumentos me ha dejado sin palabras. ¡Qué continúe la fiesta!

–    Stuart: Gracias en verdad, nosotros tampoco lo podemos creer. Gracias por el buen ánimo ahora saldremos de nuevo al escenario para cerrar la noche y dejarles un gran recuerdo a nuestros fans.

Salimos de nuevo al escenario, la gente nos esperaba con algarabía. Esta vez entonamos un tema que llevaba varias semanas sonando en la radio y todos los fans se enloquecieron gritando al unísono “bravo”, formaron una ola humana y en ese mismo instante algunas chicas lloraban de la emoción y cantaban el tema “Por última vez”, de una melodía romántica.

Estábamos en un momento magnífico esa noche. Después de aquel tema lento, iniciamos otro con un ritmo rápido que recordaba al rock and roll de los 60. Los muchachos y yo, nos veíamos y sonreíamos, esa noche logramos hacer unos movimientos únicos con los instrumentos, nos abrazamos mientras tocábamos la guitarra y el bajo. Era una noche grandiosa para la historia musical.

Ya estábamos cerca de la última canción, venía un tema de homenaje a Elvis Presley y de repente, lo inesperado…

Se escuchó un crujir que venía de la parte superior del escenario, una gran lámpara de luces en carril, se vino abajo, causando una explosión de inmediato, que dejó a Stuart y Maikel sin la posibilidad de salir, un incendio se inició y se propagó con gran rapidez. Los fans empezaron a gritar y salir huyendo lo más rápido que pudieron. Nuestro mánager que tanto venía lamentándose, pareció perder la cordura y con un vaso pequeño agarraba agua de una botella y la arrojaba al gran incendio mientras repetía en voz alta:

–       ¡Yo sabía! ¡Yo sabía que algo iba a ocurrir, es el fin! ¡Es el fin!

Josué y yo alcanzamos a correr y sufrimos algunas quemaduras pero lamentablemente Stuart y Maikel no tuvieron tanta suerte pues murieron en el incendio, quedando casi carbonizados. Después de salir del desastre, tan pronto recibí la noticia de la muerte de ellos, quedé destruido; para mí, eran como unos hermanos, los conocía desde que éramos pequeños y no sólo compartimos nuestra pasión por la música, sino muchas vivencias más. Me mantuve alejado de la escena musical y de los espectáculos en vivo durante varios años luego de ese acontecimiento.

Una noche que prometía ser la mejor, terminó en tragedia, se reportaron entre la multitud de los asistentes,  diez muertos y cientos de heridos.

Al día siguiente, se podía leer entre los diferentes titulares de prensa:

“Las 4 Direcciones se quedan sin dirección y muere fatalmente el líder de la banda”, “Trágicamente cierra uno de los mejores acontecimientos musicales”, “Un concierto en llamas, cierran por todo lo alto y pasan a la eternidad”, “Es internado en un manicomio en mánager de la banda, tras el trágico incendio”.

A pesar que todos quedamos muy mal con ese acontecimiento, la prensa local insistió en entrevistar a nuestro perturbado mánager…

–       Yo desde un principio sabía que algo iba a pasar, sentía hormigas en mi piel recorriéndome el cuerpo y cuando eso ocurre, es porque algo terrible va a suceder, es como si me hablaran advirtiéndome acerca de las cosas que van a pasar en el futuro, siempre ha sido así, se lo decía a mi mamá desde que era niño, pero pensaba que tenía demasiada imaginación. Sin embargo, ese día yo traté de que las cosas salieran de modo distinto y me repetía internamente que esperaba que todo saliera bien o de otro modo estaría acabado financieramente. No quería que me volviera a ocurrir lo del último concierto donde tuvimos que reembolsar la mitad del valor en boletería por las fallas en sonido. ¿Te das cuenta mamá? ¿Mi mamá me está viendo? ¿Por cuál cámara me están grabando? Mamáaaa…

Los quince años de historia de “Las 4 Direcciones”, culminaron con un gran evento y una gran tragedia. Perdimos a dos compañeros muy valiosos y nuestro mánager tuvo que permanecer en tratamiento psiquiátrico por el resto de su vida, no dejaba de llamar a su mamá y de decir incoherencias cada vez que veía fuego o músicos tocando.

Nuestra historia que parecía llegar a su momento de mayor brillo musical, terminó aquel día bajo las llamas y nos convertimos en leyenda para las futuras generaciones. Tal vez ese era nuestro destino.

FIN

Autor:  Ingrid A. Morales S

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