
Una historia no conocida acerca de Hansel y Gretel, vampiros y cazadores.
Esta es una versión que escribí del cuento clásico de Hansel y Gretel pero con una historia diferente. Espero les guste, toda observación es bienvenida.
Me llaman Hansel, a simple vista, tan sólo soy un adolescente de 17 años, pero he vivido mucho más tiempo, mi paso por la tierra ha durado cerca de 3 siglos; una maldición lanzada por unas brujas nos convirtió a mi hermana Gretel y a mí en vampiros. Estas brujas odiaban a los jóvenes y secuestraban niños para divertirse torturándolos.
Desde el día en que fuimos convertidos en lo que somos ahora, juramos no permitir que otros inocentes sufrieran las calamidades de estas malvadas hechiceras. Dediqué parte de mi tiempo al estudio y práctica de distintas artes marciales. Gretel, siempre con su extravagante gusto por los objetos filosos, se enfocó en el dominio de armas punzantes y consiguió manipularlas con gran destreza. Juntos éramos intocables.
Al principio, nuestra nueva condición como seres nocturnos, sedientos de sangre, nos ponía en desventaja ante las brujas. Debilitados, al no poder obtener la sangre que debíamos consumir para sobrevivir, pasábamos días enteros bajo la sombra de un profundo sueño, apenas lográbamos dar unos pasos y nos desmayábamos. Nos odiábamos por ser lo que éramos y detestábamos aún más, a quienes nos habían convertido en esto.
Un día, cayó ante nosotros un rayo celestial sin motivo aparente y en ese preciso instante vimos nuestro propósito mucho más claro, acabaríamos con las brujas, extrayendo su sangre. Sería su propia maldición, la que acabaría con ellas de manera definitiva.
No obstante, pese a ver nuestro propósito ahora con mayor determinación, nos enfrentábamos a unos cuantos retos. Primero, descubrir cómo acercarnos a las brujas sin que estas nos percibieran de manera anticipada; segundo, conocer los puntos exactos de los aquelarres; tercero, conocer sus hábitos, qué comen, a qué le temen… Por último, determinar la cantidad exacta de brujas existentes y si había alguna bruja reina. Pues sabíamos que llegando hasta ella, el poder de las otras sería aniquilado.
Empezamos dirigiéndonos hacia el lugar donde nuestras vidas cambiaron. Una noche silenciosa, Gretel y yo decidimos emprender una cruzada por el gran bosque hasta lograr vislumbrar a unos pocos metros, una fogata; se escuchaban canciones y voces de mujeres riendo con gran desparpajo; sin duda se trataba de un grupo de brujas. Nos aproximamos un poco más, procurando hacer el menor ruido posible y nos ocultamos detrás de unos arbustos.
Esa noche, nos dedicamos a observarlas y estudiarlas con detenimiento, manteniendo cierta distancia. Esperamos que se quedaran dormidas y nos acercamos hasta el lugar donde celebraron el aquelarre. Una de ellas había dejado el libro de las sombras en el piso, lo tomamos y nos retiramos de ahí deprisa.
En el libro se encontraban todos los secretos del mundo de la hechicería: pociones, ritos, conjuros y para suerte de nosotros, hasta una lista de las brujas que habitaban en el mundo. Descubrimos que existían dos clanes de brujas: las Hexe y las Woki, las primeras eran malévolas y las segundas, lo opuesto; entre ellas existía una confrontación constante. Unas se dedicaban a realizar trabajos para el beneficio de la humanidad y las otras luchaban por imponer su poder y supremacía maligna; por ello, se dedicaban a destruir al hombre a través de conjuros y vicios, porque sabían que con cada maldición y cada hechizo en contra de los hombres, le demostraban a las brujas Woki, que el clan de las Hexe era más fuerte y casi imposible de vencer.
Con el libro de las sombras en nuestro poder, vimos varios de nuestros obstáculos, superados. Ya no nos sería tan arduo dar con ellas, sin embargo, ahora sabrían que alguien fuera de su círculo, conocería de su mundo. Esto, las pondría en alerta…
Débiles, por no haber comido en varios días, no pudimos hacer otra cosa que alimentarnos de sangre humana, sucumbimos por el llamado de la sangre, Gretel y yo decidimos sacrificar al viejo pordiosero que siempre mendigaba de casa en casa. Lo esperamos en medio de la noche, detrás de la banquilla donde por lo general dormía y ahí le atacamos. Lo sujeté fuerte, lo paralicé con un rápido gancho y un golpe que lo dejó inconsciente. En ese momento, Gretel sacó uno de sus cuchillos y le cortó la garganta. De inmediato, bebimos la sangre que brotaba como una fuente y guardamos un poco en unas vasijas pues no sabíamos cuándo sería la próxima vez que pudiésemos comer.
Ese día supimos que todo aquel ser vivo del que bebiéramos sangre, quedaría seco a los pocos minutos de morir. Justo lo que ocurrió después con el viejo pordiosero, su carne se secó hasta convertirse en polvo. No quedó rastros de él. Quienes estaban acostumbrados a verle se extrañaron de su repentina desaparición. En días posteriores, se podía oír en las calles uno que otro comentario acerca de él pero sin mayor asombro, nadie le lloró, ni nadie le buscó.
Después de aquel día, Gretel y yo nos sentíamos más fuertes y listos para emprender nuestra cacería. Pasamos algunos días estudiando el libro de las sombras y aprendimos a realizar el hechizo de invisibilidad que nos sería muy útil para enfrentar a las brujas. Preparados para iniciar la batalla, después de muchas noches de pesadillas y hambre, empezábamos a dormir con más regularidad y tranquilidad en el medio del bosque.
Recuerdo con claridad una noche en la que soñé con mi padre, Nos veíamos felices viviendo con él en la cabaña, a pesar de tener una madrastra que siempre quiso deshacerse de nosotros. Fue un sueño tan real, que incluso desperté a Gretel a media noche y le comenté que de alguna forma sentía que nuestro padre aún nos acompañaba. Él había muerto de una terrible caída, cuando nosotros apenas teníamos 9 o 12 años de edad. No quisimos vivir con mi madrastra y desde ese día, me ocupé por el bienestar de Gretel y el mío, nos internamos en el bosque y construimos una pequeña casa en el árbol donde todavía permanecemos.
Durante el día, planeábamos las estrategias de cacería y en la noche, salíamos tras las brujas para analizarlas de cerca. Hasta que al sexto mes de preparación y ensayos, iniciamos nuestra guerra contra las brujas del clan Hexe.
Esperamos al anochecer y fuimos de nuevo al lugar donde estuvimos meses atrás, allí se encontraban cuatro brujas en un aquelarre. Preparamos un hechizo de invisibilidad para acercarnos, entonces Gretel le cortó la garganta a una de ellas, yo corrí tras la segunda, la sujeté y Gretel le cortó manos y pies de un solo tajo, enseguida seguimos a las otras dos. La tercera, fue atravesada por una flecha que Gretel había preparado con una poción venenosa, a la última la detuve de un golpe en el pecho. Con esta última nos detuvimos más tiempo, por ser justo la bruja que nos había convertido en vampiros. Sin ella poder ver quienes la habían atacado, murió en una larga agonía mientras bebimos su sangre.
Regresamos por las otras tres que yacían en el suelo del bosque, las llevamos hasta la pequeña casa donde guardaban su caldero y algunos instrumentos de tortura, metimos sus cuerpos en el horno donde solían cocinar a los niños, dos de ellas se desangraban y aprovechamos para guardar algo de sangre. Sabiendo que seguían conscientes, quisimos que sintieran el mismo dolor que habían sentido miles de niños y las dejamos en el horno, hasta que quedaron reducidas a carbón.
Al morir las brujas, la casa se evaporó y en su lugar, un frondoso árbol creció. Hicimos un trabajo impecable, pero sabíamos que aún nos faltaban unas cuantas batallas por enfrentar. El resto de las brujas, al irse dando cuenta que poco a poco iban desapareciendo sus compañeras, se alarmaron y se nos fue haciendo más difícil cazarlas. Llegó a tal punto su preocupación, que durante los siguientes años, en lugar de molestar y devorar niños, empezaron a perfeccionar sus hechizos de protección y a ocultarse mejor.
Cada vez nos tomaba mayor tiempo dar con el lugar donde se ocultaban para finalmente ejecutarlas. Primero fueron semanas, luego meses, hasta convertirse en años este largo enfrentamiento. Ellas contra un enemigo invisible, conformado por Gretel y yo; nosotros, contra la injusticia y los horribles hechizos que hacían esos perversos seres.
Viajamos por varios continentes buscando en cada región a la bruja reina, pero no dábamos con ella, fue la que más tiempo tardamos en hallar. Una noche, nos quedamos dormidos junto a las afueras de un castillo en Hamburgo y de repente empezamos a oír cierto sonido que nos era familiar. Gretel se puso de pie inmediatamente y me alentó a que fuéramos a ver en dónde se originaba.
El sonido venía del interior del castillo, mientras más nos acercábamos a la entrada, más fuerte se oía. Nos detuvimos al llegar a la puerta y creímos más conveniente entrar por otro lado u asomarnos por alguna ventana. Me le adelanté a Gretel y le dije que escalaría por las empedradas paredes del castillo para tener una mejor visión de lo que ocurría adentro. Subí y alcancé a divisar algo, mis ojos estaban incrédulos. Adentro, el castillo se iluminaba con lo que parecía un batallón de espíritus malignos que provenían de las mismas brujas eliminadas por nosotros. Sus espíritus parecían reírse y danzar según el compás marcado por una mujer grande y espantosa. La habíamos encontrado, se trataba de la bruja reina.
Bajé cuidadosamente y le conté a Gretel lo que había visto, no sabía cómo íbamos a enfrentar esto, ella estaba tan asombrada como yo. A medida que fueron muriendo las brujas, la reina ganó poder, hasta llegar a controlar sus espíritus y utilizarlos ahora, para crear caos y generar pesadillas en los sueños de los niños.
De algo estábamos seguros, a ella no la podríamos vencer del mismo modo que a las anteriores, volvimos a revisar el libro de las sombras y tratamos de encontrar alguna pista que nos indicara como destruirla, pero todas las páginas habían quedado en blanco.
Resignados a morir, pero no sin antes dar la última batalla, Gretel y yo nos abrazamos, preparamos una vez más el hechizo de invisibilidad y entramos por una de las ventanas. Al caer en el interior del castillo, tropezamos con unas cacerolas y la fiesta de espíritus se paralizó, de inmediato sentimos un golpe de calor que nos lanzó hasta el lado opuesto, estábamos casi inmóviles flotando en el aire y cuando vimos al frente, notamos que era la bruja reina quién nos había atrapado. Nuestro hechizo de invisibilidad esta vez no había funcionado. La bruja se reía y animaba a sus almas siniestras a reírse, diciéndoles:
- Vaya, vaya… pero miren ¿a quienes tenemos aquí? Así que ustedes fueron los responsables de acabar con mis brujas. Admirable, debo decir. ¿Qué les dije mis pequeñas? Tarde o temprano los atraparía y las vengaría, heme aquí. Muajajajajajaja
Todas reían y el ruido de sus voces retumbaba en nuestros oídos de manera ensordecedora, la reina se inclinaba hacia atrás, con una risa desquiciada. No sé ni cómo, ni en qué momento Gretel logró liberar una de sus manos y sacó un hacha mediana que traía oculta, hizo el lanzamiento apuntando directamente hacia el cuello de la bruja y ahí todo cambió.
Caímos al suelo y la bruja parecía retorcerse mientras de su garganta brotaban gusanos negros. Estos, eran cada vez más numerosos y empezaban a comérsela, ella gritaba y se revolcaba en el suelo mientras una gran fuerza oscura brotaba desde el centro del castillo, tragándosela y arrastrando consigo todos los espíritus que gritaban lamentos, era un huracán de energía que nadie podía controlar, por donde pasaba arrastraba todo lo que encontraba a su paso.
Empezó a temblar y el castillo se vino abajo, un gran bloque cayó sobre Gretel y sobre mí, aplastando nuestras cabezas, vimos nuestros espíritus volar y liberarse de los cuerpos a los que estuvimos atados por tanto tiempo.
Una gran luz llenó todo el espacio y donde se encontraba el castillo, ahora nacían flores de diversos colores. Continuamos elevándonos, hasta sentir que alguien nos tomó por el hombro, al darnos la vuelta, lloramos de felicidad, nuestra misión había concluido.
-Por: Ingrid Alexandra Morales S.
Cs 17 de noviembre, 2014